Las universidades, al igual que las catedrales, tienen su origen a finales de la Edad Media y ambas instituciones siempre tuvieron querencia por los grandes edificios de piedra. Estas edificaciones siempre eran monumentales y grandiosas como si quisieran transmitirnos que el saber que había en ellos fuera estable, sólido y eterno.
La sociedad del presente es cambiante, fluida y líquida -por utilizar la conocida metáfora de Z. Bauman- y las universidades en su afán por adaptarse a las nuevas exigencias de la sociedad digital, han realizado un notorio esfuerzo de integración de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) en su funcionamiento y organización.
Actualmente cualquier universidad posee, además de sus edificios de piedra y cemento, de un portal o sitio web en Internet donde se puede realizar la matrícula electrónica, la consulta de calificaciones y expediente académico de los estudiantes, el acceso a sus fondos bibliográficos o la cumplimentación de los trámites administrativos sin necesidad de acudir a las oficinas físicas de la universidad. Es decir, la universidad también es visible y está presente en la nube o ciberespacio.