A partir de 2020, ante el enclaustramiento causado por la COVID-19, las universidades debieron buscar alternativas al modelo presencial. Fue así que a nivel global se recurrió a la educación en línea. En los primeros seis meses, la mayoría de las universidades iberoamericanas se cambiaron a la modalidad 100% en línea. Sin embargo, hubo un significativo impacto de la enseñanza en línea en estudiantes, docentes e instituciones. Eso mide el estudio Diferencias culturales entre estudiantes universitarios en la calidad del aprendizaje en línea y el perfil psicológico durante COVID-19.
El estudio lo realizaron, en conjunto, tres instituciones iberoamericanas: el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México (COP UVM); la Universidad Europea de Madrid (UE), y la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas de Perú (UPC). La investigación sobre el impacto de la enseñanza en línea fue publicada por el Instituto de Edición Digital Multidisciplinar (MDPI); se trata una editorial académica con base en Suiza. Publica más de 330 revistas de divulgación científica y libros electrónicos en acceso abierto.
Entre los hallazgos, se cuenta que el impacto de la enseñanza en línea fue distinto en ambos lados del Atlántico. En comparación con los universitarios europeos, los latinoamericanos tuvieron niveles más altos de ansiedad, estrés y soledad; en cambio, tuvieron mejores resultados académicos y mayores niveles de motivación.
Diferencias en el impacto de la enseñanza en línea
La educación en línea se impartió en dos modalidades: sincrónica y asincrónica. En la primera, profesores y alumnos se conectan a la vez para la clase; en la segunda, los alumnos acceden a clases grabadas. De acuerdo con Adriana Rico Villanueva, investigadora del COP UVM, durante la pandemia se vivieron tres fases en cuanto a la educación: en línea, híbrida y presencial. El propósito del estudio fue estudiar el impacto de la enseñanza en línea en las universidades, durante las tres fases de transición educativa.
La muestra del estudio la integraron 1,093 estudiantes universitarios iberoamericanos, de entre 18 y 21 años de edad. El 76% de ellos nativos de Latinoamérica (México, Brasil, Perú y Colombia) y el 24% de Europeos (España y Portugal).
De acuerdo al análisis realizado, los estudiantes latinoamericanos pueden ser más resilientes debido a la mayor vulnerabilidad social, económica, política y sanitaria que experimentaron. Es decir, factores como la resiliencia, una evolución de la pandemia más desfavorable y pronunciada, así como mayores desigualdades, pudieron contribuir a su actitud positiva durante pandemia.
Asegurar infraestructura y recursos
El estudio señala que la resiliencia tiene un impacto en la experiencia de aprendizaje, el rendimiento académico, la finalización del curso y, a largo plazo, la práctica profesional. La resiliencia no es un rasgo de personalidad individual ni una construcción inmutable; es un proceso psicológico que puede desencadenarse en determinados momentos de la vida. En otras palabras, es la capacidad que tienen los individuos para superar circunstancias complejas o traumáticas.
Al contrario de lo que planteaba la hipótesis inicial del estudio, los universitarios europeos prefieren el método de enseñanza presencial, a diferencia de los latinoamericanos. De hecho, los primeros obtuvieron mejores calificaciones en el modelo de clases presenciales.
El que los universitarios europeos prefieran las clases presenciales o híbridas podría deberse a que les resultan más eficientes para la resolución de dudas, el desarrollo del aprendizaje y la participación e interacción.
La investigadora Rico Villanueva señala que los modelos en línea han llegado para quedarse, pero no como un sustituto sino como herramienta. A decir de la investigadora, ante el innegable impacto de la enseñanza en línea, los países latinoamericanos deben asegurarse de que la infraestructura y los recursos que ser requieren sean equitativos para implementarla adecuadamente.