Ahora que el cambio climático es un problema cada vez más relevante, el uso eficiente de la energía cobra creciente importancia. Es por ello que para las universidades resulta una opción natural implementar edificios inteligentes en sus campus.

Los edificios inteligentes pueden, por ejemplo, monitorear la calidad y temperatura del aire interior y ajustar su configuración mayor comodidad de los usuarios. Además de permitir ahorros significativos en el consumo de energía, esto puede incidir directamente en los resultados del aprendizaje. Esto es, mientras más confortables se encuentren los ocupantes de los edificios inteligentes, mejor pueden desempeñar sus ocupaciones.

Otra tarea comúnmente automatizada es la iluminación artificial. Puede programarse para simular la luz natural y ajustarse a lo largo del día para optimizar tanto el uso de energía como la comodidad de los ocupantes, lo cual es también muy beneficioso para el aprendizaje.

Igualmente, la conectividad de las redes Wi-Fi universitarias puede ser gestionada de manera automática en los edificios inteligentes. Esto es, las soluciones de administración de redes pueden realizar los ajustes necesarios conforme varíen las cargas de trabajo y el número de dispositivos conectados. Como resultado, el departamento de TIC puede brindar un servicio más consistente para los usuarios en el campus.

TIC para los edificios inteligentes

Por supuesto, la inteligencia artificial es clave para el funcionamiento de los edificios inteligentes. Las herramientas de análisis predictivo ayudan a determinar las mejores medidas a seguir de acuerdo con el uso de los espacios y recursos del campus. Así, mediante el uso de información contextual y el análisis de patrones históricos, se pueden establecer flujos de trabajo automáticos en casi cualquier área.

Mediante sensores conectados a la Internet de las Cosas (IoT) es posible, por ejemplo, monitorear la producción de basura en los comedores. En consecuencia, se puede alertar automáticamente al área de limpieza cuándo se deben vaciar determinados botes. Esto ayuda a gestionar mejor las tareas diarias del personal responsable, lo cual resulta en ahorros de tiempo y, a la larga, de dinero.

edificios inteligentes

Hay muchas otras tareas que pueden automatizarse o monitorearse en los edificios inteligentes. Por ejemplo, la frecuencia con la que se limpian los baños en función del número de personas que los usan. O bien, se pueden vigilar sistemas o equipos específicos; por ejemplo, monitorear los gabinetes de los extintores de incendio ayuda a saber cuándo se abre alguno y si el extintor fue activado. Eso permite reducir las falsas alarmas y hacer recomendaciones sobre cómo resolver problemas confirmados.

Una transición a futuro

Ahora bien, en los edificios inteligentes todo depende de las TIC, con la inteligencia artificial (IA) y las redes a la cabeza. Se requiere una robusta plataforma de administración de red impulsada por IA para recibir, administrar y analizar la información que se genera constantemente. Así, se pueden generar oportunamente las respuestas, alertas y acciones automáticas. Además, si es necesario, el personal de TIC puede tener los datos necesarios para intervenir y resolver los problemas de manera rápida y acertada.

Por supuesto, como sucede con todas las tecnologías, su adopción en los campus será gradual. Incluso, puede tomar varios años antes de concretarse. De hecho, si se considera que lo normal es que diversas necesidades apremiantes compitan por un presupuesto siempre ajustado, la transición hacia los edificios inteligentes puede quedar al final de la lista. Sin embargo, una vez que se haga, los estudiantes podrán tener mejores experiencias continuas y personalizadas donde quiera que estén el campus.