En el cuidado de la salud, como en todas las industrias, se generan enormes cantidades de datos cada día. Ahora bien, una parte significativa de dicho big data no tiene una utilidad inmediata. De hecho, suele conservarse ya sea por requisitos regulatorios o bien, por simple inercia. Es así que se convierte en un conjunto de datos sin utilizar. También denominados datos obscuros o dark data, carecen de valor accionable para las instituciones. Por ello, almacenarlos no sólo implica gastos crecientes, sino que también pueden convertirse en fuente de riesgos.

Las organizaciones sanitarias enfrentan el dilema de determinar qué hacer con esos datos sin utilizar: cuáles conviene conservar porque efectivamente serán explotables y cuáles deben eliminarse. Y la tarea no es poca cosa. De acuerdo con el informe The State of Dark Data, de Splunk (subsidiaria de Cisco), hasta el 55% de los datos conservados son, en efecto, datos sin utilizar. La cifra se obtuvo tras entrevistar, este mismo año, a 1,300 responsables de TIC en múltiples industrias, incluido el cuidado de las salud.

Sin embargo, deshacerse de ellos no es fácil. En buena parte, el problema se origina en los silos de datos. Esto es, cuando cada departamento de la organización almacena sus propios datos, suelen hacerlo sin tener un propósito completamente claro para ello. Gartner los define como «información que las organizaciones recopilan, procesan y almacenan durante sus actividades habituales, pero que generalmente no utilizan para otros fines». También es frecuente que las organizaciones de salud conserven más allá del tiempo necesario aquellos datos que las leyes les exigen recopilar.

Sacar provecho de los datos sin utilizar

Ante la digitalización en marcha, las empresas de cuidado de la salud se ven inmersas en un auténtico tsunami de datos sin utilizar. Y aunque la mayoría son inútiles e innecesarios, no hay políticas claras que faciliten la decisión de eliminarlos. ¿Qué hacer ante esta situación?

Auditar los datos. La información derivada de la atención a los pacientes debe ser objeto de escrutinio a medida que se genera o recopila para determinar su utilidad. Lo mismo debe hacerse con los datos viejos acumulados en silos. La tarea puede ser larga y costosa, pero evita gastos de almacenamiento innecesarios y disminuye el riesgo de que sean objetivo de la ciberdelincuencia.

Clasificar. La auditoría implica clasificar los datos sin utilizar para determinar cuáles pueden ser realmente útiles en un plazo razonable. Una vez definidos los criterios necesarios, pueden delinearse procesos, incluso automatizados, para eliminar la información obsoleta o irrelevante. También conviene automatizar la eliminación de datos conservados por ley una vez que se supere el plazo establecido para su conservación.

Mantener al día las políticas de manejo de los datos. Dado que las necesidades de cada organización evolucionan con el tiempo, las políticas que gobiernan la gestión de los datos deben revisarse con regularidad. Eso ayuda a evitar la perpetuación de silos y agiliza la discriminación de la información susceptible de desecharse, lo cual resulta en una menor cantidad de datos sin utilizar.