La IoMT plantea desafíos a la ciberseguridad y privacidad de pacientes. Todos conocemos los brazaletes FitBit que no solo monitorean nuestra actividad física, sino qué comemos, cuánto pesamos y cómo estamos durmiendo. Sin embargo, cada día se añaden productos que registran los datos más dispares de nuestra cotidianidad. Por nombrar sólo dos: las auténticas varitas mágicas de Amazon, que permiten escanear códigos de barras de productos y solicitarlos directamente al portal, y los dispositivos que se colocan en el basurero y llevan un registro de los alimentos que consumimos y que tienen que volverse a comprar.

Con el avance del IoT se empiezan a desarrollar vertientes específicas por sector. Tal es el caso del IoT de salud, también conocido como IoMT o Internet de las Cosas Médicas. Lo componen todos los dispositivos y aplicaciones médicas equipados con sensores y conectados a WiFi para enlazarse con sistemas de TI del sector hospitalario y que permitirán en un futuro la creación de los llamados hospitales inteligentes (smart hospitals).

De acuerdo con un estudio de Deloitte, el IoMT tiene el potencial de generar mejoras y beneficios específicos en siete áreas:

  • Experiencia de uso.
  • Diagnóstico y tratamiento.
  • Mejores resultados de salud.
  • Gestión de medicamentos.
  • Reducción de costos.
  • Gestión de enfermedades.
  • Seguimiento remoto a enfermedades crónicas.

IoMT: principales desafíos a la ciberseguridad

● La interoperabilidad deberá estar impulsada por estándares abiertos que faciliten el intercambio de datos entre todas las partes.

● Es necesario crear nuevos marcos regulatorios que estén a la par de los avances tecnológicos. Esto significa que los legisladores deberán mantenerse informados acerca de tecnologías emergentes y su uso en el sector salud.

● A más dispositivos conectados, mayores oportunidades para un ataque cibernético, lo que conllevará un replanteamiento de los planes de ciberseguridad.

● Uno de los grandes retos es la detección o desarrollo de personal TIC capacitado.

● La privacidad de datos deberá estar asegurada para que las instituciones y, sobre todo, los pacientes, tengan la tranquilidad de saber que su información es tratada de manera ética.