El universo de dispositivos informáticos utilizados en las universidades es muy amplio. Si bien suele tratar de prolongar su vida útil hasta donde sea posible, invariablemente ésta llega a su fin, pues el software cambia más allá de las capacidades del hardware, que por su parte se desgasta. Además, en ocasiones, el maltrato en su uso termina por volverlos inservibles. Al final, las universidades acaban con un montón de dispositivos obsoletos que ya no puede utilizar.
Los almacenes de dispositivos obsoletos presentan problemas logísticos y, aunque pudiera parecer poco probable, también posibles vulnerabilidades de seguridad. Sin embargo, no pueden simplemente tirarse a la basura cuando termina su ciclo. ¿Qué hacer con ellos?
●Por supuesto, todo comienza por asegurarse de que se trata efectivamente de dispositivos obsoletos. En muchos casos, con algunas actualizaciones, pueden continuar en funcionamiento por un buen tiempo. Esto es particularmente aplicable a los dispositivos con abundante memoria y capacidad de almacenamiento.
●Antes de reemplazar los que podrían considerarse dispositivos obsoletos conviene investigar si cumplen con las necesidades de los usuarios finales. A veces, éstos no quieren actualizar los dispositivos o piensan que hacerlo es un gasto innecesario, especialmente en universidades con presupuestos acotados. Si es así, vale la pena considerar el aplazamiento del cambio, siempre y cuando no presenten riesgos de ciberseguridad. Por ejemplo, si el sistema operativo o las aplicaciones que utiliza ya no se pueden actualizar, es momento de descartarlos como dispositivos obsoletos, incluso si los usuarios están contentos con ellos.
Reciclar los dispositivos obsoletos
●Aun cuando los usuarios pueden brindar información sobre la obsolescencia de los dispositivos, no siempre son objetivos. Por ende, es indispensable analizar la información de los sistemas de gestión: saber, por ejemplo, con cuáles aplicaciones se utilizan; por cuántas horas a la semana; en qué lugares, y a qué tipo de redes móviles se conectan. Tales datos pueden complementar, reforzar o contradecir lo dicho por los usuarios finales y ayudan a determinar si realmente son dispositivos obsoletos.
●Los dispositivos obsoletos cuyo ciclo de vida esté realmente terminado pueden ser vendidos a empresas especializadas o desechados en programas de reciclaje. Así, pueden recuperarse las pequeñas cantidades de oro y otros metales preciosos en el interior de los dispositivos y luego eliminarlos conforme a las leyes aplicables.
Ahora bien, antes de reciclar los dispositivos obsoletos, se debe asegurar que se han eliminado todos los datos de su sistema de almacenamiento. De hecho, cualquier dispositivo capaz de guardar datos es un potencial blanco si cae en manos de hackers.
Por supuesto, los teléfonos, las tabletas y las computadoras portátiles y de escritorio son los primeros dispositivos a los que se debe prestar atención. Pero no se limita a ellos. También abarca, entre otros, fotocopiadoras, máquinas de fax, cámaras de videovigilancia y dispositivos de la Internet de las Cosas (IoT), cada vez más comunes en las universidades.