Los departamentos de TIC en las universidades suelen estar sometidos a una constante presión presupuestaria, sobre todo cuando se trata de recortar gastos. En consecuencia, siempre está limitado el número de nuevos dispositivos que pueden adquirir. Ante ello, cobra relevancia la opción de prolongar la vida útil de los dispositivos y posponer la necesidad de adquirir otros nuevos.
Sin embargo, hacerlo no siempre es fácil, pues el software cambia más allá de las capacidades del hardware, que por su parte se desgasta. Además, los usuarios siempre son cuidadosos con los dispositivos universitarios que utilizan.
¿Qué medidas se pueden tomar para prolongar la vida útil de los dispositivos?
●Proteger los dispositivos. Por supuesto, una buena gestión del software para mantener al día la ciberseguridad evita riesgos que podrían acortar la vida útil del hardware. Pero no es suficiente: es necesario protegerlo físicamente. Las acciones necesarias pueden abarcar lo mismo establecer controles para limitar quién usa los dispositivos hasta la compra de estuches para resguardarlos de golpes. También es buena idea, cuando sea posible, adquirir garantías adicionales que ofrezcan reparaciones para prolongar la vida útil de los dispositivos.
Virtualización para prolongar la vida útil de los dispositivos
●Inventariar los dispositivos en las universidades. Es cada vez más grande el número de dispositivos informáticos y similares utilizados en las universidades. Y el conjunto creció mucho a raíz de la pandemia, cuando la educación y el trabajo a distancia se volvieron indispensables.
Si bien muchos de los aparatos empleados son propiedad de los alumnos bajo el modelo Bring Your Own Device (BYOD), otros muchos son propiedad de las instituciones educativas. Por ende, mantener un buen inventario es indispensable para administrarlos. Esto permite conocer con precisión cuánto tiempo llevan en uso y en cuáles casos es viable prolongar la vida útil de los dispositivos aun cuando concluya el ciclo de uso para el que fueron diseñados.
En el caso de las PC utilizadas en los campus, esto pudo hacerse más evidente con la transición a Windows 11. Debido a los requisitos de ciberseguridad, hubo un número importante de computadoras más antiguas que, en principio, no pudieron ser actualizadas por carecer de un chip TPM 2.0 Sin embargo, se sabe que aquellas con una versión más antigua (TPM 1.2) pueden correr el nuevo sistema operativo (SO), aunque con algunas restricciones.
●Emplear escritorios virtuales. Esta es una alternativa mucho mejor que recurrir a instalaciones potencialmente inseguras del SO para prolongar la vida útil de los dispositivos. Si bien los costos iniciales pueden ser altos, puede ser redituable al prolongar el lapso de funcionamiento de las computadoras más antiguas.
De hecho, basta con que tengan conexión a la Internet, un navegador web y la capacidad necesaria para correr el entorno de virtualización. Dado que esta última suele ser menor a la que requiere el software más actual, permite mantener en servicio dispositivos que de otra manera deberían ser retirados.