Uno de los efectos más perdurables de la pandemia en la educación superior es la acelerada implementación de los campus virtuales. Aun cuando en un futuro mediato las universidades retomen las clases presenciales, un buen porcentaje de sus actividades permanecerán en el ciberespacio o se llevarán a cabo en un formato mixto, combinando las interacciones en persona con las virtuales. De hecho, la digitalización será una herramienta esencial para el desarrollo futuro de las instituciones educativas.

Si bien la adopción de lo digital en el ámbito universitario ya avanzaba a un buen paso en años previos a la emergencia sanitaria, ésta aceleró mucho el ritmo. A fuerza de necesidad, instituciones, trabajadores, profesores y alumnos por igual vencieron resistencias y se sumergieron de lleno en las posibilidades que ofrecen los campus virtuales.

Las plataformas para videoconferencias y las aplicaciones de correo electrónico y mensajería se encontraron entre las primeras soluciones adoptadas para impartir clases en línea. En paralelo se debió recurrir a sistemas de administración del aprendizaje (Learning Management Systems, LMS) para facilitar la gestión de los recursos educativos en línea. Ello generó una creciente necesidad de almacenamiento de datos, escalable según fuera necesario. La nube ha sido esencial para enfrentar este desafío.

Recursos útiles

Campus virtuales

Un aspecto importante para el éxito de los campus virtuales ha sido responder a las inquietudes de alumnos y profesores. Para ello se amplió la utilización de sistemas para la Gestión de la Relación con el Cliente (Customer Relationship Management, CRM). La finalidad fue implementar centros de contacto virtuales para atender muchas de las necesidades tradicionalmente resueltas de manera presencial por las oficinas de servicios escolares. Al automatizar estos servicios inclusive se pueden ampliar los horarios si se utilizan robots conversacionales, también conocidos como chatbots.

Por supuesto, el trabajo de los departamentos de TIC fue crucial para lograr esta transición. Ha habido tropiezos, sobre todo con el tema de la ciberseguridad. Sin embargo, ésta se ha robustecido con la utilización de soluciones como las redes virtuales privadas (VPN), los escritorios virtuales basados en la nube (DaaS) o las herramientas para la administración tanto de los dispositivos móviles empleados en las clases como de las identidades de sus usuarios. A ello se han sumado otros recursos, como la verificación de múltiples pasos (MFA), el pentesting automatizado, el monitoreo de las redes universitarias y la inteligencia artificial orientada a reforzar la seguridad.

El paso de las universidades a los campus virtuales ha obligado a integrar muchas actividades que normalmente se encontraban aisladas y desperdigadas a través de los diferentes departamentos de las universidades. Por ejemplo en muchas instituciones se gestionaban por áreas independientes las inscripciones de los alumnos locales y foráneos, aun cuando hubiera puntos en común entre ambos procesos.

Estandarización de tareas en los campus virtuales

Campus virtuales

Fortalecer esa integración pasa por tres puntos principales:

●Simplificación: en la mayoría de las instituciones educativas suelen coexistir diversas maneras de conseguir los mismos resultados. Dicha multiplicidad de rutas para ejecutar las actividades universitarias —principalmente administrativas— resulta ineficiente en un entorno digital. Para aprovechar al máximo las posibilidades ofrecidos por éste, conviene establecer la manera más sencilla de realizar las tareas y dejar de lado otras vías, pues se vuelven innecesarias.

Unificación de sistemas y procesos de negocio: contribuye a optimizar y facilitar la integración de los datos generados en los campus virtuales y facilita su tratamiento para realmente aprovecharlos y extraer valor de ellos.

●Replicación de procesos: ligado con el primer punto, consiste en estandarizar las maneras de gestión informática en tantas áreas como sea posible. Hacerlo permite aumentar la eficiencia y facilidad para ejecutar las tareas cotidianas en las instituciones de educación superior. Esto se traduce no sólo en ahorros monetarios directos, sino que permite liberar recursos para aplicarlos a otras tareas importantes. A la larga, es una buena manera de añadir valor e innovación a las universidades, en cuyo futuro serán cada vez más preponderantes los campus virtuales.