La pandemia de COVID-19 ha profundizado la necesidad de lograr la interoperabilidad de los sistemas de información. Ello implica el desarrollo de aplicaciones y dispositivos interconectados que permitan el intercambio de datos entre médicos, pacientes y gestores y su uso cooperativo para mejorar la salud de la población, garantizar la continuidad de la asistencia sanitaria y reducir costos.
El Libro Blanco de Interoperabilidad en Salud, América Latina, edición 2020-2021, recién publicado por Minsait (una compañía de Indra), muestra cómo los sistemas interoperables de salud ayudan a impulsar la digitalización y reducir la brecha entre los resultados de salud de Latinoamérica y los países más desarrollados en este ámbito. Para ello, se ha realizado un estudio con entrevistas a 80 líderes de México y otros siete países de la región (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay). En conjunto, abarcan aproximadamente el 80% de la población.
Retos y rezagos
El informe pone de manifiesto que la interoperabilidad se presenta como una oportunidad para afrontar los importantes retos de salud que existen en Latinoamérica. Lo mismo el acceso universal a los servicios de salud, que la prevención, detección y tratamiento de enfermedades crónicas y degenerativas cada vez más prevalentes.
Además, destaca el papel clave de los sistemas interoperables como aceleradores de la salud al facilitar la adopción de tecnologías como el big data o la inteligencia artificial para extraer valor de la información clínica para brindar mejor atención a los pacientes.
Las principales barreras que impiden avanzar hacia la interoperabilidad están asociadas a la heterogeneidad de los datos, el uso de múltiples estándares y la aversión al trabajo en entornos abiertos. La eliminación de estas barreras permitirá al paciente ser dueño de su información y obtener atención personalizada y de calidad. Los profesionales podrán acceder de forma más sencilla a la información del paciente para un mejor diagnóstico y tratamiento.
El informe concluye que la interoperabilidad dentro de una región está directamente relacionada con la agenda digital, la robustez del entorno normativo-económico, el uso de estándares internacionales (semánticos, sintácticos y técnicos), la solidez de las infraestructuras tecnológicas y sistemas de información, así como la disposición de recursos humanos con conocimientos especializados.
El largo camino hacia la interoperabilidad en salud
México lanzó en 2016 la iniciativa intersectorial InteroperaMX, que sentó las bases para el desarrollo de la interoperabilidad. Un ejemplo es el Sistema Nacional de Información Básica en Materia de Salud (SINBA), para permitir el intercambio de información en materia de salud a nivel nacional de forma confiable. Para ello, integra de forma estructurada y sistematizada la información básica en materia de salud.
De acuerdo con los resultados publicados en el Libro Blanco de Interoperabilidad en Salud, en el conjunto de los ocho países incluidos, México calificó así:
●Entorno digital, regulatorio, normativo y económico: México ocupa el 8° lugar (el último) en los ámbitos regulatorio y económico, con 1.86 puntos (media, 2.43). También es 8° en agenda digital, con 1.83 (media, 2.92).
●En el ámbito de infraestructura tecnológica, México ocupa el 6° lugar en infraestructura tecnológica, con una puntuación de 2.22 (media, 2.53). En uso de estándares tiene el 4° lugar, con 2.29 puntos (media, 2.34). En formación de recursos humanos se encuentra en el 3er lugar, con una puntuación de 2 (media 2).
●Los médicos mexicanos ocupan el 7° lugar en la adopción de tecnologías de salud interoperables (2.22 puntos; media, 2.72). Los pacientes, por su parte, ocupan la 3ª posición en el uso de la tecnología (1.50 puntos; media, 1.40). Las instituciones de salud del país alcanzan el 7° lugar, con una puntuación de 2.20 (media 2.79).
●En el ámbito económico, México ocupa el 8° lugar, con una puntuación de 1.00 (media 2.06). En el ámbito social se posiciona en el 7° lugar, con una puntuación de 1.81 (media 2.21).
A estos resultados se suman los de The Network Readiness Index. En este informe de madurez tecnológica mundial, publicado en 2020, México ocupa el puesto 57 de 121, con una puntuación de 51,44/100.
La importancia de los datos
El modelo tecnológico de referencia de la interoperabilidad deberá resolver las dificultades que supone el uso de las historias clínicas fragmentadas y con limitaciones. Hacerlo permitirá trabajar con un modelo de datos normalizados, libres de propiedad privada, y capaz de desarrollar nuevas funcionalidades de forma independiente al proveedor.
Para ello, es primordial transformar el rol de los sistemas de información para maximizar el valor de los datos y convertirlos en centro y motor de la transformación. El fin es conocer mejor a los usuarios, automatizar procesos, predecir escenarios, reducir costos operativos y conseguir una diferenciación en la calidad de un servicio personalizado.
También resultan esenciales las habilidades analíticas de personas calificadas para segmentar bien los datos y realizar las consultas adecuadas para obtener la información precisa a partir de la información disponible. Asimismo, es necesario el uso de plataformas abiertas para impulsar la competencia entre proveedores de aplicaciones, servicios y plataformas. Hacerlo conducirá a una mejor gestión de la salud de los ciudadanos.
Por último, el estudio de Minsait señala que la pandemia de COVID-19 ha evidenciado la necesidad de un sistema de salud robusto, con tecnologías adecuadas para compartir información. Hay deficiencias en la seguridad y confidencialidad de los datos intercambiados en los sistemas de salud. Tampoco hay información precisa, oportuna y en tiempo real para la gestión de los recursos. Igualmente, hay carencias importantes en las tecnologías de comunicación entre médicos y pacientes. También están ausentes tecnologías seguras de rastreo.