La integridad académica no es un valor que se limita sólo al salón de clases. Sobre todo ahora que la inteligencia artificial (IA) y su frenético crecimiento han puesto en jaque las convenciones sobre integridad en las instituciones. Eso obliga a pensar en nuevas estrategias para mantener la creación de contenido original entre estudiantes.
«Formar a los estudiantes con integridad es una inversión de futuro. Nos permite educar a profesionales éticos y ciudadanos responsables», afirma Belén Correa, directora para Latinoamérica de Turnitin, proveedor de soluciones para la integridad académica.
El plagio ha evolucionado exponencialmente. El impulso de nuevas herramientas tecnológicas basadas en IA está provocando un límite difuso entre el uso correcto y la deshonestidad en los estudiantes. «Utilizar estas herramientas, sin supervisión ni guía puede tener un efecto en el desarrollo del pensamiento crítico de los estudiantes», señala Correa.
La preocupación va más allá de identificar texto original creado por una persona utilizado en el trabajo de otra, porque hay menos humanos involucrados en el proceso. Lo que ahora está tomando la conversación en el sector educativo es el uso ético e íntegro de la IA.
Uso inevitable de la IA
De hecho, según el estudio Crossroads: Navigating the intersection of AI in education, realizado por Turnitin y Vanson Bourne, dos de cada tres estudiantes están conscientes del impacto que tiene la IA en su educación. Aún así, deciden seguirla usando. Es más: cerca del 80% de los alumnos encuestados son optimistas respecto al uso de IA, confirmando su continuidad en el flujo de trabajo.
«La IA llegó para quedarse y los profesionales del futuro tendrán acceso libre a ella. Sabemos que los estudiantes están usándola. Incluso sabemos de la existencia de los humanizadores de texto. Sin embargo, para fomentar una forma responsable de uso, cada institución debe enfatizar su código de ética para delimitar qué está permitido», agregó Correa.
El concepto de integridad académica nace en 1992 junto al International Center For Academic Integrity. Su objetivo fue crear políticas y regulaciones para evitar el plagio y las malas prácticas en los trabajos de educación universitaria e investigación. Sin embargo, el avance de la tecnología ha impulsado a educadores e instituciones a repensar la medición de los contenidos. «De pronto, los estudiantes tienen acceso a tecnologías tan avanzadas que resulta muy difícil identificar si el texto que entregaron fue realmente escrito por ellos o por una inteligencia artificial generativa», comenta Correa.
Dialogar para la integridad académica
Según la directiva, hablar de integridad académica es una gran oportunidad para abrir discusión en la sala de clase y preguntar directamente a los estudiantes qué entienden por integridad y uso ético de la IA. «Como sabemos que la IA no se va a ir, es importante conducir con claridad y consenso el uso dentro del aula». Por eso, la ejecutiva recomienda los siguientes ejercicios:
●Establecer entre todo el grupo cuándo y cómo se puede utilizar la IA en cada tarea o evaluación. Es importante que quede un registro escrito al que todos puedan tener acceso para revisar por si tienen dudas.
●Pedirles que utilicen la IA para romper el hielo creativo, hacer una lluvia de ideas, hacer resúmenes o para encontrar errores en la data que arroja el generador de contenido.
●Pedir al estudiante que documente o entregue borradores de cada parte del proceso al hacer su tarea. Se trata de entender en qué parte usó ayuda de IA y para qué.
●Solicitar la entrega de un material “análogo” donde los alumnos puedan aplicar lo aprendido a través de IA.
●Generar un código de ética a nivel institucional para saber cómo proceder en caso de un mal uso de la IA.
●Apoyar el proceso de redacción con un detector de escritura con IA.
«Una gran cantidad de estudiantes no quiere incurrir en una mala conducta. Sólo lo lo hace porque no tiene conocimiento de cómo utilizar de forma correcta las herramientas que tiene a disposición. Para fomentar la integridad académica, conversemos con nuestros estudiantes sobre cómo integrar la tecnología al proceso de enseñanza-aprendizaje», finaliza la ejecutiva.