Anticipar el abandono escolar de los estudiantes permite a las universidades actuar de forma preventiva y personalizada para asistirlos. Las TIC pueden, por supuesto, coadyuvar a enfrentar ese problema, que es uno de los principales retos del sistema educativo en América Latina. Entre las herramientas disponibles para ello se cuenta la plataforma Smart Campus.
La solución utiliza analítica de datos y automatización. Fue desarrollada por Sonda, una firma chilena de servicios tecnológicos a la medida. Tiene presencia en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Ecuador, Estados Unidos, Canadá, México, Panamá, Perú y Uruguay.
De acuerdo con el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), anualmente alrededor de 6% de los universitarios mexicanos abandonan sus estudios. A nivel regional, la UNESCO estima que más del 30% de los alumnos que inician una carrera universitaria en América Latina no logran concluirla. Por una parte, esta cifra representa una pérdida económica significativa para las instituciones educativas; por otra —más preocupante, incluso— señala una brecha en la formación de talento que impacta directamente en la competitividad de los países.
Ahora bien, se sabe cuáles son los factores que más influyen en el abandono escolar: problemas económicos; baja vinculación con la institución; bajo rendimiento académico, y falta de apoyo psicoemocional. Coinciden en ello estudios de la OCDE, el Banco Mundial y el Observatorio de Educación de América Latina.
Información clave procesable
La plataforma Smart Campus entrega información oportuna y procesable a las instituciones educativas. Para ello, procesa datos obtenidos de los sistemas existentes en la universidad, como ERP, CRM, control de acceso, cámaras de seguridad y plataformas académicas.
Juan Carlos Gutiérrez Botero, gerente general de Sonda México, destaca que «Smart Campus utiliza analítica avanzada para identificar patrones de comportamiento de los estudiantes. Puede así detectar señales tempranas de riesgo y generar planes personalizados de retención».
Gracias a su enfoque de integración de datos, Smart Campus permite consolidar información clave como tasas de asistencia; rendimiento por materia; interacción en plataformas virtuales, y hábitos de acceso al campus, así como participación en actividades extracurriculares. La información es procesada mediante algoritmos y modelos predictivos que alertan sobre posibles casos de abandono. Eso permite a los equipos académicos tomar decisiones fundamentadas.
La implementación de Smart Campus en instituciones de Chile y México ya ha mostrado resultados significativos. Por ejemplo, al detectar que un estudiante ha disminuido su asistencia en 40% durante el último mes y simultáneamente registra bajo rendimiento en dos asignaturas troncales, el sistema genera una alerta que permite activar tutorías, reuniones con orientadores o incluso apoyo económico si se determina vulnerabilidad socioeconómica.
Beneficios adicionales de Smart Campus
Según los datos recolectados por Sonda, un aumento de 10% en la asistencia puede incrementar entre 3% y 4% la tasa de retención estudiantil. De hecho, se ha observado una disminución de hasta 20% en los casos de abandono durante los primeros tres semestres. Ese es un periodo considerado crítico en la mayoría de las carreras.
Por ende, uno de los principales beneficios de la plataforma no sólo consiste en evitar el abandono, sino también en optimizar los recursos institucionales. Gracias al uso de inteligencia artificial y machine learning, los equipos académicos pueden enfocar esfuerzos y presupuesto en los estudiantes que realmente lo necesitan. Es posible priorizar acompañamientos, becas, mentores o recursos psicológicos.
«Las universidades deben ser cada vez más eficientes y centradas en el estudiante. Smart Campus ofrece una visión 360°, donde cada decisión se basa en datos reales y actuales», añade Gutiérrez Botero.
El informe Global Education Monitoring Report 2024/25, de la UNESCO, señala que invertir en tecnologías educativas personalizadas podría reducir la deserción hasta en 25%. Para lograrlo, dicha inversión debe combinarse con políticas públicas que promuevan el acceso equitativo y el acompañamiento psicoeducativo.
«Estamos convencidos de que el futuro de la educación pasa por entender al estudiante como un todo. No se trata solo de aprobar materias, sino de acompañar trayectorias personales, académicas y emocionales. Y para eso, los datos y la tecnología son aliados clave», concluye Gutiérrez Botero.
Más allá del aspecto técnico, Smart Campus se concibió con un enfoque centrado en el bienestar del estudiante. A través del análisis de comportamiento y hábitos, se pueden detectar señales de aislamiento, desmotivación o estrés. Eso permite activar redes de apoyo emocional, algo cada vez más valorado en la educación superior.