La IoT en el gobierno podrá generar muchos beneficios. Conocida como Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés), está experimentando un crecimiento acelerado. Si bien este no es un concepto nuevo, la aparición de una multitud de dispositivos conectados —que van de las pulseras FitBit hasta los refrigeradores— hará que la tecnología explote en los próximos años. De hecho, IDC estima que para 2022, el gasto en esta tecnología llegará a 1.2 billones (millones de millones) de dólares.

La promesa de todos estos dispositivos interconectados, generando y transmitiendo datos en tiempo real es lograr una mejor calidad de vida para los ciudadanos, básicamente en tres rubros: seguridad pública, gestión de servicios y gestión de desastres.

IoT en el gobierno: aplicaciones reales

Los datos generados por sensores colocados en lugares tan diversos como estaciones de metro y autobuses, puentes, carreteras y edificios puede permitir la generación de inteligencia que permita a las fuerzas del orden público analizar posibles riesgos y tomar acciones correctivas o inclusive preventivas.

Esos mismos sensores colocados no solo en camiones y carros de metro pero también en sistemas de agua o electricidad pueden ayudar a los autoridades a tener un monitoreo mucho más eficaz, lo que permitirá anticipar o detectar fallas.

En países como el nuestro, con tendencia a grandes temblores e inundaciones, contar con información en tiempo real puede ayudar a reducir considerablemente la pérdida de vidas, al brindar a los rescatistas y estrategas los datos necesarios para una mejor toma de decisiones, antes, durante y después del desastre.

El espectro del big brother

Más que en otros sectores, la omnipresencia de sensores que transmiten datos en tiempo real acerca de la ubicación física y patrones de conducta de los ciudadanos es un tema sensible para los gobiernos. El espectro de Big Brother se alza, así como la preocupación acerca de la seguridad de los datos por lo que encontrar un equilibrio entre eficiencia, privacidad y transparencia.

Los aspectos a considerar por los gobiernos para que los ciudadanos puedan estar tranquilos incluyen el desarrollo de regulación acorde con los avances tecnológicos que asegure que los datos generados por o acerca de los ciudadanos sean utilizados y resguardados correctamente.

Asimismo, es necesario contar con una estrategia de ciberseguridad macro, más allá de las que las instituciones y organizaciones individuales puedan crear. Para ello, es fundamental una verdadera Estrategia Nacional de Ciberseguridad (ENCS) que establezca las reglas a seguir en los siguientes años.

Fuentes: