Las organizaciones de atención médica utilizan cada vez más aplicaciones informáticas. Las usan para respaldar y agilizar las operaciones, la administración, la investigación y los flujos de trabajo clínicos en todos los departamentos. Por otra parte, su proliferación puede conducir a problemas graves de ciberseguridad, sobre todo cuando se trata de tecnología obsoleta. De ahí la importancia de modernizar las aplicaciones heredadas.

Ahora bien, dicha modernización no siempre está al alcance todas las organizaciones. En algunas ocasiones se debe a falta de personal calificado para realizarla; en otras, los usuarios se resisten a ella porque están muy cómodos con las aplicaciones que ya conocen y dominan. O bien, puede ser simplemente que no haya presupuesto para modernizar las aplicaciones heredadas. Sin embargo, es posible lograrlo en un lapso corto, aun con recursos limitados.

Para ello se requiere establecer la ruta crítica a seguir. No sólo en el aspecto técnico de la migración de datos, sino en el de tomar en cuenta los objetivos comerciales de la organización al modernizar las aplicaciones heredadas.

El primer paso consiste en determinar cuáles aplicaciones son susceptibles de la modernización. Para ello existen diversas opciones, como migrarlas a la nube, trasladarlas a contenedores o refactorizar su código.

A continuación se deben mapear las dependencias de las aplicaciones antes de modificarlas. Esto es porque aún cambios pequeños en la funcionalidad pueden tener impactos posteriores, a veces muy grande. No tomar esto en cuenta al modernizar las aplicaciones heredadas puede provocar problemas operativos que resulten en la interrupciones.

Nube para modernizar las aplicaciones heredadas

Entre las principales estrategias para modernizar las aplicaciones heredadas pueden enumerarse las siguientes:

Realojar. También conocido como lift and shift, permite trasladar las aplicaciones con cambios mínimos desde servidores on premise hacia otros en la nube. Es una estrategia rápida, generalmente asequible y, sobre todo, permite mantener casi intocada la arquitectura de las aplicaciones.

Mover a la nube pública. Esto suele implicar un retoque las aplicaciones para asemejarlas a las nativas de la nube. Los contenedores pueden ser útiles para efectuar dicho cambio de plataforma.

Refactorizar del código. Implica modificar algunas partes del código para optimizar las aplicaciones, generalmente para que funcionen bien en la nube. Así, con la refactorización se mejora su rendimiento y es más fácil mantenerlas.

Reescribir. Cuando se trata de software propietario, a veces es más fácil reescribir la aplicación por completo. El resultado permite obtener mejores resultados mientras se mantienen el alcance y las especificaciones de la aplicación original.

Cambiar o desechar

Conservar. En ocasiones el costo de modernizar algunas aplicaciones viejas es demasiado alto, sobre todo si las utilizan pocos usuarios. En esos casos puede que valga más la pena dejarlas en funcionamiento, procurando que no pongan en peligro la ciberseguridad de la organización.

Sustituir. A veces resulta imposible modernizar las aplicaciones heredadas, sobre todo cuando se trata de software muy viejo. En esos casos puede convenir reemplazarlo por alguna solución disponible en el mercado, a menudo con el modelo de software como servicio. De hecho, no es raro que esta opción resulte más económica que invertir en el mantenimiento de aplicaciones obsoletas.

Desechar. A veces deja de haber razones válidas para conservar ciertas aplicaciones, ya sea porque ya no es necesaria o bien, porque hay otras más modernas que cumplen mejor con sus funciones. En tales situaciones se debe eliminar el software de manera segura.

Sean cuales sean las acciones tomada al modernizar las aplicaciones heredadas, los responsables de TIC deben asegurarse de no perder datos al migrarlas a nuevas plataformas. Lo mismo ocurre si los equipos están trabajando para reescribir o refactorizar algunas aplicaciones.