Foto: Cortesía El País.

La proliferación de aparatos, aplicaciones e información ubicada en Internet ha proporcionado a los médicos un arsenal lleno de nuevas herramientas, pero también ha provocado una división generacional.

Los médicos mayores admiran, e incluso envidian, la soltura de sus compañeros jóvenes con las nuevas tecnologías. Pero les preocupa que las conexiones humanas, que constituyen la base de la práctica médica, corran el riesgo de perderse.

El mero hecho de añadir una aplicación no convierte necesariamente a las personas en mejores médicos o clínicos más atentos”, señala Paul C. Tang, responsable de innovación y tecnología de la Fundación Médica Palo Alto, en California.

Lo que necesitamos aprender es la manera de usar la tecnología para ser profesionales mejores y más humanos”.

En la Universidad de California, en el Centro Médico de San Francisco, Alvin Rajkomar forma parte de una nueva hornada de médicos aficionados a los aparatos electrónicos.

Almacena cada dato clínico que encuentra en una aplicación llamada Evernote, un archivador electrónico.

“Es como un segundo cerebro”, dice. “Ahora tengo un pequeño libro de texto de joyas clínicas autoindexadas que llevo conmigo en todo momento en el iPhone”.

 

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