El correcto análisis del big data que generan y almacenan las universidades puede permitirles tomar decisiones basadas en evidencias; de hecho, no sólo sirve para saber cómo hacer más con menos, sino para decidir cuándo la conveniencia es mejor que la excelencia. Así, al mejorar el aprovechamiento de los datos, se pueden utilizar mejor los recursos y aligera el trabajo del personal universitario. Sin embargo, suele ocurrir que la cultura institucional impide mejorar el aprovechamiento de los datos.

En muchas ocasiones los interesados no tienen la suficiente alfabetización en datos y simplemente no saben cómo sacarles partida. En otros casos, el personal de cada área y departamento se consideran propietarios exclusivos de la información y en vez de compartirla, generan silos. Eso dificulta su integración e impide democratizarlos, lo cual consiste en «ponerlos en las manos adecuadas para impulsar la innovación», según define Microsoft.

Otro factor que, paradójicamente, complica el mejorar el aprovechamiento de los datos es su sobreabundancia. Con tanta información disponible es complejo dilucidar cuáles son las preguntas correctas antes de emprender su análisis. Por otra parte, la ciberseguridad también incide. No sólo se deben proteger los datos de las amenazas, sino que se debe hacer de acuerdo con regulaciones dispuestas en leyes muchas veces rebasadas por el rápido cambio tecnológico. Eso afecta directamente la manera en que las universidades pueden recopilar y utilizar en su provecho los datos.

Cultura para el aprovechamiento de los datos

mejorar el aprovechamiento de los datos

Si bien el uso de la inteligencia artificial ayuda a mejorar el aprovechamiento de los datos, en realidad no es un asunto meramente tecnológico. Se trata, sobre todo, de transformar la cultura institucional de las universidades para obtener los mejores resultados posibles.

Es decir, los líderes institucionales deben considerar los datos como un activo estratégico. Si ellos los valoran y promueven ese enfoque en sus áreas, si los utilizan para su toma de decisiones y permiten que sus equipos desarrollen y dominen procesos y políticas para hacerlo ellos a su vez, la cultura institucional cambiará en consecuencia.

Por supuesto, es implica que los responsables de cada área deben escuchar y trabajar en conjunto con los interesados. Tanto profesores y estudiantes como el personal administrativo pueden aportar puntos de vista valiosos para desarrollar y utilizar las herramientas de análisis que realmente ayudan a mejorar el aprovechamiento de los datos.

Otro punto importante es que se deben establecer lineamientos de gobernanza completamente institucionales. Es decir, deben ser independientes de criterios personales y lo suficientemente claros para cualquiera de los interesados pueda seguirlos sin tropiezos.

Ahora bien, la transformación cultural necesaria para mejorar el aprovechamiento de los datos puede entrañar algunos riesgos. Podría darse que haya resistencia al cambio por parte del personal, o bien que los procesos institucionales se compliquen inopinadamente. Sin embargo, en sí misma, la aversión al riesgo llega a ser arriesgada. Es así que las universidades demasiado preocupadas en evitar problemas podrían perder oportunidades superables si se aprovechan los errores y se toman decisiones cada vez más basadas en los datos.