La IoT en educación superior plantea riesgos y oportunidades. Esta tecnología experimenta un crecimiento acelerado, con la aparición de una multitud de dispositivos conectados que se multiplicarán en los próximos años, incluidos muchos de uso común en las universidades. De hecho, IDC estima que para 2022 el gasto en esta tecnología llegará a los 1.2 billones (millones de millones) de dólares.

Entre los aspectos en que la IoT incide en la educación superior pueden contarse cuatro principales:

Espacios educativos inmersivos y conectados. Los equipos que ya existen en los salones, como pantallas inteligentes, pueden generar datos que permitan tomar asistencia o ayudar a un alumno de nuevo ingreso a ubicarse más fácilmente.

Aún más importante, pueden brindar a los alumnos la sensación de verdaderamente estar en el lugar o situación que están analizando, ya sea en un entorno natural como la selva lacandona o espacios físicos como edificios ubicados al otro lado del mundo.

Asimismo, sensores colocados en libros físicos podrían arrojar información acerca de patrones de uso, asegurando que se tuvieran las copias suficientes de los libros más solicitados, por ejemplo.

IoT en educación superior: riesgos y oportunidades

Mayor sustentabilidad y uso de recursos. Gracias a los sensores y la conectividad WiFi o Bluetooth se podrán controlar los espacios físicos asegurando que las luces, aires acondicionados y calefacción sean utilizados de manera más eficiente.

Adicionalmente, gracias a los sensores podría aprovecharse mejor las aulas, auditorios y otros espacios de reunión, evitando esperas y pérdida de tiempo.

Por otra parte, en caso de emergencias tales como terremotos, esos mismos sensores podrían ayudar a crear las mejores rutas de salida.

IoT en educación superior: ventajas y desventajas

Campus más seguros. En lugar de portar credenciales, las personas podrían recibir acceso través de dispositivos tales como pulseras o teléfonos inteligentes, manteniéndose un registro veraz de entradas, salidas y movimientos internos en el campus.

Investigación. Al poder contar con dispositivos habilitados con IoT o incluso haberlos construido, los alumnos tendrían acceso a datos que normalmente solo estarían disponibles en investigaciones realizadas por grandes instituciones u organizaciones.

Como toda tecnología emergente, el Internet de las Cosas también presenta desventajas. Tener más dispositivos conectados incrementará las vulnerabilidades, con la consecuencia insoslayable de replantear de las estrategias de ciberseguridad. Adicionalmente, la capacidad de monitorear los movimientos de cualquier persona en el campus conllevará riesgos a la privacidad. Y, finalmente, se tendrá que determinar la propiedad de los datos generados, quién los usa y cómo.