La tecnología puede ser muy útil para la educación universitaria. Sin embargo, la tecnologización de la educación también tiene sus bemoles. Su prevalencia dentro y fuera del aula ha dado lugar a un creciente burnout (agotamiento) de los profesores. De acuerdo con el informe EdTech and the Evolving Role of Faculty, de WGU Labs —parte de la Western Governors University, especializada en la educación en línea—, cada vez más docentes experimentan lo que podría denominarse agotamiento digital.

El síndrome de burnout se define como una respuesta de estrés crónico causado por la interacción de individuo con su entorno laboral. De hecho, se considera problema de salud potencialmente seria; tan es así que desde 2019 la Organización Mundial de la Salud lo incluyó en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).

Si bien el estudio se enfocó en profesores universitarios en Estados Unidos, el fenómeno no es ajeno a los profesores en América Latina, como señala el estudio Síndrome de burnout en profesores universitarios de Latinoamérica: una revisión de literatura, publicado en la revista arbitrada Telos, de la Universidad Rafael Belloso Chacín.

Ambigüedad ante la tecnología

Todo indica que las TIC en la educación contribuyen en gran medida al agotamiento digital de los docentes. Para su informe, WGU Labs encuestó a 359 profesores, de los cuales 41% informó sentirse agotado. El 79% dijo tener la sensación de nunca salir del trabajo a causa de la tecnología. El 64% afirma que ésta le dificulta tomar descansos de los estudiantes. Además, 58% de los encuestados teme que tendrán menos autonomía en el diseño de cursos a causa de las TIC.

Por otra parte, pese al optimismo que provoca en muchos la tecnologización educativa, el reporte mostró cifras contrastantes. Sólo 42% de los encuestados que imparten clases en línea piensan que la educación va por buen camino en su uso de la tecnología. En el caso de quienes sólo imparten cursos presenciales, apenas el 20% coincidió con lo anterior.

La ambigüedad en torno a las TIC, así como el agotamiento digital causado por su proliferación, pueden sus raíces en la manera en que las universidades toman las decisiones. Menos del 20% de los encuestados dijeron que sus universidades preguntaron su opinión sobre tecnología educativa una vez al año o con mayor frecuencia. Un porcentaje similar dijo que las instituciones involucraban a los estudiantes en las decisiones tecnológicas.

Consecuencias del agotamiento digital

Por otra parte, 87% de los entrevistados dijo que las decisiones sobre la implementación y uso de las TIC la toma exclusivamente personal administrativo que no imparte clases. Así, al verse obligados a utilizar soluciones que no siempre se adaptan a las necesidades pedagógicas, quedan más expuestos a sufrir agotamiento digital.

Y la expectativa es que habrá más fuentes de agotamiento digital conforme se popularicen tecnologías como la inteligencia artificial (IA). Casi todos los profesores encuestados (92%) piensan que deberán utilizar más herramientas tecnológicas en el futuro cercano. Además, 86% piensa que tendrán que dedicar más tiempo a impartir alguna modalidad de cursos en línea.

Sin embargo, persiste la preocupación sobre el agotamiento digital. Sólo 42% de los docentes piensa que la IA tendrá un impacto positivo en sus labores. Y apenas poco más de la mitad (53%) consideran que mejorará la experiencia de los estudiantes. Además, 37% piensa que será contraproducente y que uso creciente de la tecnología resultará en experiencias de aprendizaje de menor calidad.

Tanta ambivalencia sobre los beneficios de las TIC en la educación universitaria puede ser sorprendente. Sin embargo, puede deberse en buena medida al agotamiento digital de los profesores. En todo caso, el informe de WGU Labs saca a la luz aspectos preocupantes del efecto de la tecnología que deben atenderse antes de que se conviertan en un problema insoluble.