La educación universitaria ocupa cada vez más recursos tecnológicos. De hecho, en un momento dado, miles de dispositivos pueden estar conectados a las redes de la universidad, ya sea en el campus o de manera remota. Eso, por supuesto, supervisar el desempeño de todos los recursos involucrados, entre ellos las aplicaciones. Es ahí donde entran en juego las herramientas de monitoreo del rendimiento de aplicaciones (Application Performance Monitoring, APM).
Ahora bien, las herramientas de monitoreo más básicas no suelen proporcionar información detallada sobre todos los eventos. Para ello se requieren soluciones más potentes. Las APM están diseñadas para lograr la visibilidad la red, la infraestructura, las aplicaciones y las actividades de los usuarios y añadirles información contextual accionable.
Por ejemplo, las herramientas más comunes de APM pueden dar seguimiento de cuántos dispositivos están conectados. Y no se limitan a conocer las direcciones MAC e IP; de hecho, permiten identificar con precisión los dispositivos a los que pertenecen y saber qué están haciendo en las redes de la universidad.
Experiencia del usuario y APM
Hoy en las universidades mucha de la experiencia de los usuarios (UX) es digital. Por ende, el monitoreo del rendimiento de aplicaciones cobra relevancia. Los estudiantes se conectan, por ejemplo, para inscribirse en los cursos, elegir sus horarios, tomar clases, entregar tareas o participar en foros de discusión. En todos los casos, tienen la expectativa de tener una experiencia perfecta. Y las herramientas de APM ayudan a brindárselas.
Con las herramientas de monitoreo del rendimiento de aplicaciones el departamento de TIC puede recopilar métricas sobre el rendimiento del ecosistema. Eso, además de brindar información útil para mejorar la UX, también contribuye a la ciberseguridad. Facilita la detección de acciones anómalas o sospechosas y determinar los dispositivos que las generan. Esa información ayuda al equipo de ciberseguridad a tomar las medidas necesarias.
Por ejemplo, las herramientas de APM permiten medir aspectos como el uso del CPU de un servidor, sus exigencias de memoria y velocidades de lectura/escritura. También puede identificar problemas y determinar si afectan el rendimiento de las aplicaciones.
Ahora que cada vez más servicios se trasladan a la nube, es necesario saber cuántas instancias de una aplicación o cuántos servidores se ejecutan en un momento dado. Al monitorearlas con una APM se pueden escalar sólo cuando sea necesario, lo cual mejora los costos generales. En conexión con lo anterior, también se puede analizar el tráfico de usuarios para identificar picos en las solicitudes y comprender sus causas.
En cualquier caso, conviene que las herramientas elegidas faciliten la recopilación y el análisis de datos no estructurados. Deben ser capaces de procesar y enrutar datos (métricas, eventos, registros y rastros) en cualquier entorno de TIC. El objetivo es convertirlos en información útil sobre la cual tomar decisiones mejor informadas para asegurar el éxito de la universidad y sus estudiantes.