Antes de la pandemia se consideraba que la telemedicina era una opción adecuada sobre todo para consultas remotas en sitios donde no hay acceso a instalaciones de salud. Ahora, debido a la pandemia de COVID-19, eso cambió. En todo el mundo se cancelaron millones de consultas médicas presenciales. La solución, en muchos casos, fue recurrir a la telemedicina.
El volumen de las consultas por esta modalidad durante la pandemia ha crecido entre 50 y 175 veces. De hecho, de acuerdo con sendas investigaciones de Forrester Research y Frost & Sullivan, se calcula que al final de este año se habrán acumulado 1,000 millones de interacciones virtuales dedicadas a la salud.
El auge de la telemedicina tuvo buena recepción por parte de los médicos. Según refleja un investigación realizada por la consultora McKinsey, el 57% de ellos ven este recurso de manera más favorable que antes de la pandemia y el 64% se sienten confortables al emplearlo. Por su parte, Harvard Business Review reporta que el 97% de los pacientes se declaran satisfechos con su primera experiencia en telemedicina y recomendarían el servicio. También se redujeron las visitas a urgencias. De acuerdo con la red hospitalaria estadounidense Jefferson Health, hasta el 80% de las consultas de emergencia de sus pacientes pudieron resolverse satisfactoriamente con el uso de la telemedicina sin necesidad de acudir físicamente a una clínica u hospital.
Datos: crecimiento exponencial
Hacia 1992 había alrededor de un millón de computadoras conectadas a la Internet. Se calcula que hoy existen aproximadamente 51,000 millones de aparatos conectados a la red. Muchos forman parte de la Internet de las Cosas o IoT. El aprovechamiento del big data generado por la Internet de las Cosas Médicas o IoMT —un subconjunto de la IoT— requiere de herramientas como la analítica impulsada por inteligencia artificial y un gran poder de cómputo.
De acuerdo con Gustavo Pérez, director de ventas Enterprise México de Vertiv, la solución está en la computación en el borde o edge computing, que puede suministrar a la telemedicina la latencia, el análisis de datos y el flujo de información necesarios.
Las aplicaciones y dispositivos que funcionan en el borde de la red —incluida la IoMT— pueden clasificarse en cuatro categorías o arquetipos, de acuerdo con especialistas de Vertiv:
●De datos intensivos: la información que generan es demasiado voluminosa para ser transmitida a otros puntos distantes en la red. Incluyen realidad virtual, distribución de contenidos, edificios inteligentes, fábricas inteligentes.
●Sensibles a la latencia humana: Van dirigidas a la interacción directa con los usuarios. Abarcan la realidad aumentada, el comercio en línea y el procesamiento de lenguaje natural, entre otros.
●Sensibles a la latencia entre máquinas: Se orientan al funcionamiento automatizado. Entre otros rubros, se cuentan el análisis en tiempo real, el mercado de arbitraje, la seguridad inteligente, el reconocimiento facial y la smart grid.
●Cruciales para la vida: Aquellas con potencial riesgo de causar lesiones debido a máquinas que interactúan con personas. Entre otras, coches autónomos, drones, transporte inteligente, robots autónomos y, por supuesto, la salud digital.
Tendencias de la telemedicina que se han fortalecido este año
Entre los principales dispositivos y aplicaciones de la IoMT que pueden hacer uso de la computación en el borde se cuentan los wearables para monitoreo remoto, la inteligencia artificial para el análisis de datos y la realidad virtual para la atención, por ejemplo, de pacientes con depresión u otros trastornos mentales, así como para controlar el dolor.
Encuadradas en el auge de la telemedicina se denotan algunas tendencias claras:
●Mayor uso de dispositivos wearables. Tan sólo en Estados Unidos, un millón de personas usan monitores cardiacos remotos, según datos de la Asociación Americana de Telemedicina.
●Empleo de la inteligencia artificial para mejorar el diagnóstico, procesamiento y seguridad de la información.
●Ampliación del ámbito y alcance de los servicios médicos.
●Mayor uso médico de la realidad virtual.
●Consolidación de la IoMT gracias a la 5G.
La expansión de la telemedicina perdurará aun cuando concluya la emergencia sanitaria de la COVID-19. Entre los impactos duraderos de esta tecnología se cuentan:
●Incrementar la participación y satisfacción de los pacientes.
●Hacer más eficientes los seguimientos postoperatorios.
●Ampliar el acceso a la salud en zonas rurales y remotas.
●Optimizar el uso de los recursos médicos limitados.
●Reducir los costos de la atención sanitaria.
●Aminorar la tasa de reingreso hospitalario.
●Interconectar a las organizaciones médicas en una red virtual.