La educación digital universitaria recibió un fuerte impulso a causa de la pandemia de COVID-19. Si al principio se le utilizó como una medida pensada para responder a la emergencia sanitaria, ha dado lugar a un viraje definitivo hacia los recursos virtuales. Es claro que con el tiempo habrá un paulatino retorno de estudiantes a los campus físicos, sin embargo, una buena parte de las actividades académicas permanecerán en el ciberespacio.

El uso intensivo de recursos virtuales para la educación digital provocó que poco a poco se establecieran las prácticas más adecuadas para estilo de enseñanza. Al principio de la emergencia la mayoría de las instituciones intentaron establecer clases sincrónicas mediante el uso amplio de las videoconferencias. Plataformas como Zoom, Microsoft Teams, Google Meet y Avaya Spaces fueron ampliamente utilizadas en un intento de emular las clases presenciales.

Sin embargo, pronto se reveló que ese modo de impartir clases es poco práctico. Por una parte, resulta extenuante tanto para alumnos como para estudiantes y la atención de éstos tiende a dispersarse. Por otro lado, no todos los alumnos tienen la oportunidad de conectarse sin problemas a una clase remota con un horario rígido. Las causas pueden ser múltiples.

El siguiente paso en la construcción de modelos para la educación digital fue ofrecer solamente materiales asíncronos para que los estudiantes los descargaran o los consultaran a su ritmo, de acuerdo con sus propios tiempos. Sin embargo, el contacto con los profesores y entre alumnos se pierde con este modelo.

Recursos combinados

En busca de lograr el equilibrio, ahora muchas universidades recurren a un modo mixto, que combina recursos asíncronos con sesiones en vivo. De esta manera, los estudiantes pueden aprender en cualquier momento mediante cursos en línea, ya sea de terceros o desarrollados por las propias universidades. También pueden acceder a otros recursos puestos a su disposición por los profesores y, por supuesto, buscar información complementaria por su cuenta. Luego, en un salón virtual, por videoconferencia, pueden compartir sus comentarios, aclarar dudas y recibir asesoría por parte de los docentes.

Educación digital

Una consecuencia positiva de la educación digital es la exposición intensiva de los estudiantes a las posibilidades y problemas que implican aprender y trabajar mediante el ciberespacio. Los profesionistas del futuro deberán egresar de la universidad con sólidas habilidades en TIC. Es por ello que las instituciones deben poner énfasis en la capacitación en ámbitos como ciberseguridad, protección de datos, blockchain, realidades virtual y aumentada, ciencia de datos y computación en nube, entre otros.

Además diseñar e impartir por sí mismas cursos para este fin, las universidades pueden recurrir a los que ofrecen empresas líderes en el campo, como Google, Amazon, Facebook, Salesforce, IBM o Linux, entre otros. Muchos de ellos son gratuitos o de bajo costo y se imparten en plataformas como edX o Coursera.

Buenos frutos de la educación digital

Un beneficio a largo plazo de la educación digital es el espíritu colaborativo que ha florecido entre muchos profesores e instituciones educativas. Muchos de ellos han compartido en línea hallazgos y consejos para facilitar la instrucción en línea. Ejemplos de ello son la Universidad Imperial de Londres y la Universidad de Michigan, entre muchas más, que han puesto a disponibilidad de otras instituciones ideas para diseñar cursos en línea atractivos, estrategias para habilitar laboratorios remotos y reforzar un ambiente incluso y equitativo para la educación digital. Así fortalecida, esta modalidad de enseñanza no sólo perdurará en los años por venir, sino que formará profesionales mejor capacitados para responder a los desafíos del futuro.