El influjo de la inteligencia artificial (IA) en el cuidado de la salud se ha ampliado consistentemente durante los últimos años. Sin embargo, muchas de sus aplicaciones aún se encuentran restringidas a nichos específicos. Esto es, todavía no existen implementaciones a gran escala a lo largo de toda la industria sanitaria. Para ello se requiere lograr una mejor integración de la IA en el trabajo cotidiano de las organizaciones y los profesionales de la salud. Es decir, se deben dejar de lado los sistemas aislados para incorporarlos en herramientas útiles y disponibles en los puntos de atención.

Ahora bien, lograr dicha integración de la IA depende de que pueda ajustarse para respaldar el flujo de trabajo sin interrumpirlo. Es decir, las soluciones deben configurarse para que contribuyan a la toma de decisiones en tiempo real. Y ello sin que los médicos deban modificar innecesariamente sus tareas ni distraerse con aplicaciones externas.

Eso implica pasar del uso pasivo de la IA (como la escucha automatizada para tomar notas) a utilizarla para brindar información útil de manera oportuna. Esta manera de ver la integración de la IA supone que los datos deben estar disponibles en los dispositivos utilizados sin pasos adicionales. Por supuesto, la fuente primaria de dichos datos debería ser el expediente clínico electrónico del paciente, lo cual requiere un ecosistema interoperable de TIC.

Por ende, las organizaciones de atención médica deben invertir en crear una infraestructura que favorezca la integración de la IA y facilite su disponibilidad en tiempo real. Se deben dejar de lado las soluciones de IA aisladas. En cambio, se debe rediseñar el flujo de datos para que alimente el ecosistema de TIC sin obstáculos.

Armonización de datos e integración de la IA

Para lograrlo, se requiere armonizar las fuentes de información en la organización. Y ello no se limita a los datos clínicos, sin que abarca también otros aspectos, como los administrativos. Así, las soluciones de IA pueden analizarlos y contribuir a optimizar y personalizar la atención de cada paciente sin importar con quién interactúe.

De hecho, la integración de la IA se extiende más allá de las consultas en sí mismas. Un ejemplo claro de que esto puede mejorar sustancialmente al experiencia del paciente se encuentra en los centros de contacto potenciados ​​por IA. Las soluciones que emplean permiten que los agentes respondan preguntas y orienten a los pacientes con mayor empatía y más precisión. Lo mismo puede aplicarse cuando los pacientes interactúen, por ejemplo, con los servicios financieros de la organización.

Por supuesto, implementar soluciones orientadas a la puede provocar mucha tensión en las organizaciones de salud. Y no sólo se debe a la natural resistencia al cambio por parte del personal; también las regulaciones y los problemas técnicos contribuyen a crearla. Para aminorar esta problemática se deben tomar en cuenta, además de la capacitación, la gobernanza de datos, la gestión de riesgos de ciberseguridad y el cumplimiento de las leyes.

Pero el esfuerzo vale la pena. Modernizar la infraestructura de TIC tomando en cuenta la integración de la IA permite que el personal se concentre en actividades de alto valor. Para ello, primero deben identificarse las tareas repetitivas susceptibles de automatizarse con ayuda de la IA. La captura de datos o las consultas más básicas de los pacientes —como los horarios de atención o las tarifas de atención— se cuentan entre ellas. Eso incide directamente en mayores productividad y confort tanto del personal de la organización como de los pacientes.